A lo largo de la historia reciente, el hombre ha tenido siempre una gran afinidad (hasta cierto punto obsesiva) por poder predecir cuándo y cómo el mundo acabará. Las teorías del por qué son tan variadas; deidades vengativas, invasiones alienígenas, apocalipsis zombi entre muchas otras. Sin embargo, el cambio climático (y sus efectos) podría ser la más devastadora y probable causa de la extinción de la vida en la tierra tal y como la conocemos.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (conocido como IPCC por sus siglas en inglés) máximo exponente de este tema a nivel mundial, señala en su último informe (septiembre 2018), que el planeta Tierra experimentará graves problemas antes de lo esperado. En este informe, la IPCC estima que las actividades humanas son las responsables de causar aproximadamente 1.0°C de calentamiento global por encima de los niveles anteriores a la revolución industrial y calcula que es probable que el calentamiento global alcance 1.5 °C entre 2030 y 2052 si la emisión de Gases Efectos Invernaderos por acción antropogénica, las producidas por las actividades humanas, sigue el ritmo actual.

Los cambios climáticos relacionados al calentamiento global ya son percibidos en las diferentes regiones del planeta, sin embargo, las consecuencias de alcanzar los 1.5°C serian catastróficas y a partir de los 2.0°C algunas serían irreversibles. Los efectos a escala global incluyen la experimentación de temperaturas extremas, incremento en la frecuencia, intensidad, y/o cantidad de precipitaciones fuertes, incremento en la intensidad o frecuencia de sequías, extinción de ecosistemas completos y de especies, aumento del nivel del mar, así como los riesgos relacionados a la salud, medios de vida, seguridad alimentaria, abastecimiento de agua, seguridad humana y económica. Muchos de estos efectos se sufrirán inclusive antes de alcanzar los 1.5°C.

Según el informe para mitigar los efectos previstos con un calentamiento de 1.5°C, es necesario disminuir las emisiones de antropogénicas netas globales en un 45% con respecto a los niveles de 2010 para 2030 y alcanzar un cero neto para 2050. Las emisiones deben reducirse con amplias medidas de mitigación en el sector energético y la disminución del uso de aerosoles fríos. Las medidas para aminorar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI, por sus siglas en inglés) no relacionadas con dicho sector , deben de ir enfocadas a la disminución del óxido nitroso y metano proveniente de la agricultura, el metano del sector de residuos, algunas fuentes de carbono negro y los hidroflurocarbonos.

Es necesario un compromiso de todos los actores involucrados (gobiernos, industrias, instituciones internacionales) para que la aplicación de medidas de mitigación al cambio climático sea una realidad. Así como un cambio en nuestra cultura de consumo de recursos, puesto que al ritmo en que vamos no tendremos planeta habitable más allá del 2030.